lunes, 15 de diciembre de 2014

organizacion escolar







La organización escolar y la práctica docente de resultado educativos

                                                                                                                                     .




El ejercicio de enseñar a otros principalmente leer y escribir nació como un oficio impulsado por el sistema lancasteriano; fue un sistema en el cual los alumnos más avanzados ayudaban a sus demás compañeros.



Después de la Revolución mexicana y como respuesta a la gran participación popular en ella, se organizó la estructura educativa a nivel estatal con el impulsó que la Secretaría de Educación Pública dio a la enseñanza rural mediante los misioneros y las casas de pueblo en las que además de enseñar a leer y escribir (alfabetizar) se ofrecen técnicas que aportarían a la mejora de las actividades locales de las comunidades rurales del país, mejorando así su desarrollo.



Con la creación de las primeras escuelas como la Escuela Normal para profesores después llamada Escuela Nacional de Maestros se comenzaba a lograr terreno en la formación de los maestros. Así mismo las diversas reformas le fueron dando impulso, primero en 1969 separando el nivel secundario del normal; después en 1984 haciendo obligatorio el bachillerato para el ingreso en cualquier modalidad de estudios en las Escuelas Normales elevando así para todos los estudiantes normalistas en grado de Licenciatura.



El proceso de profesionalización del magisterio ha sido enmarcado por los procesos históricos, políticos y económicos vividos en México, pues tanto la implantación de la educación socialista; el proceso de transformación de un país agrario a uno industrializado; la caída del estado benefactor por la entrada del modelo neoliberal; las crisis económicas provenientes de la devaluación del peso y en consecuencia la caída del salario, la globalización, la competencia, y la revolución tecnológica, han marcado el rumbo de la educación en México y por ende la de la profesión de los maestros en México, afectando no solo su preparación sino su papel desarrollado dentro del aula.




Las políticas públicas encaminadas a responderlas problemáticas vividas parecen no estar al alcance pues la ausencia de claridad en el objetivo perseguido para formar a los maestros, se ha reflejado en los resultados obtenidos no solo por las pruebas aplicadas tanto a los profesores que se encuentran frente al aula y de los alumnos; sino también en los pocos objetivos  alcanzados por las reformas curriculares.




La preocupación por incrementar la calidad de la enseñanza y por mantener alta la motivación de los docentes a lo  largo de toda su vida profesional ha hecho que en todos los países de América Latina se haya establecido un sistema de promociones dentro de la carrera docente o carrera magisterial.

De esta forma, en la legislación de la totalidad de los sistemas educativos latinoamericanos se regula algún mecanismo para reconocer de forma objetiva y pública el buen desempeño de los docentes mediante la mejora de su situación económica y profesional.



La práctica educativa de los docentes es una actividad dinámica, reflexiva, que comprende los acontecimientos ocurridos en la interacción entre maestro y alumnos. No se limita al concepto de docencia, es decir, a los procesos educativos que tienen lugar dentro del salón de clases, incluye la intervención pedagógica ocurrida antes y después de los procesos interactivos en el aula.                                                                                                                                       
Tanto en la escuela o en cualquier organización de las actividades están vinculadas: por ello un movimiento hacia una mejor calidad del proceso educativo requiere del involucramiento activo de todos los agentes implicados. El proceso de mejoramiento de la calidad, se transforma la cultura de la organización.
En un proceso de mejoramiento de la calidad, se transforma la cultura de la organización. La actitud inicial de voluntad de transformación genera modificaciones en el entorno organizativo lo que refuerza y estimula la transformación de su cultura de la organización
La actitud inicial de voluntad de transformación genera modificaciones en el entorno organizativo, lo que a su vez refuerza y estimula la transformación de la cultura organizativa. Esto es así porque todo proceso de mejoramiento en equipo es un proceso de aprendizaje que va enriqueciendo a las personas que participan, a la vez que ellas enriquecen el proceso colectivo.


Cuando se les da a las personas la oportunidad de mejorar su trabajo, se liberan energías creativas que transforman la organización. Un cambio cultural sólido debe estar sustentado de valores claros, compartidos y practicados por todos en la escuela. Entre estos valores, los más importantes son la preocupación central por la satisfacción a las necesidades nuestros alumnos y el desarrollo humano de las personas que interactúan dentro de y en torno a la escuela.

Para que lo anterior sea posible, es indispensable que todo el equipo docente comprenda y comparta el propósito del mejoramiento, y en tienda bien el papel que le toca desempeñar en él. Se trata de reunir a las personas en torno a objetivos comunes. Esta es la razón por la cual su participación en el diseño, tanto del objetivo de la organización como de los procesos que habrán de ser modificados para mejorar sus niveles de logro, es vital. Es participando en el proceso de diseño como los participantes comprenden e internalizan el cambio de visión que supone partir de las necesidades de los beneficiarios y como se involucran como actores de la transformación en forma comprometida.
No es suficiente la participación de todos; el trabajo debe ser colaborativo y en equipo.
Ya que el trabajo en equipo hace que una persona compense su fuerza con la debilidad de otra y todos se pongan de acuerdo para resolver cuestiones de todos. En el trabajo en equipo se toman decisiones y se actúa sobre ellas.
En equipo debe ser monitoreado el proceso y se evalúan los resultados de las decisiones tomadas.
Para ello en la administración de control total de calidad los círculos de calidad son  un grupo que desempeña voluntariamente, actividades de mejoramiento y control de calidad. Los círculos de calidad son parte de un programa que abarca toda la organización.


  La participación en equipo mejora la calidad de vida en el trabajo

Un principio de la filosofía de la calidad es que las personas se desarrollan, se humanizan el trabajo cuando participan activa y colectivamente en el mejoramiento de los procesos de trabajo.
Cuando una organización se basa en el control de las personas que en ella trabajan para lograr eficiencia. Se pretende controlar que las personas cumplan su función específica. Así, en una organización tradicional, se controla que el maestro asista, que llegue a tiempo, que esté en el salón, que planee su clase, que aplique exámenes y que muestre resultados. Pero cuando esto sucede, cada trabajador se aísla en su función específica, y pierde tanto la capacidad como el interés por el objetivo de la organización como un todo. Así, un maestro se despreocupa de lo que sucede en los grupos diferentes al suyo. No se siente responsable de la falta de cobertura, de la deserción de los alumnos, de la situación de las familias de la comunidad donde trabaja. Una situación de esta naturaleza, además de aislar al docente en su función, en muchas ocasiones genera rivalidades. Muchos de nosotros sabemos por experiencia que no hay nada que disminuya más la calidad de vida en el trabajo que la existencia de pleitos, envidias, grupos enfrentados y chismes en nuestro ambiente cotidiano. Además de que, como hemos visto, esta organización no propicia las condiciones para que se den procesos conducentes a la calidad.
Por el contrario, la filosofía de la calidad sostiene que las personas se realizan en su trabajo, y se desarrollan como personas, cuando participan creativamente en su mejoramiento y cuando lo hacen como equipo, reconociendo que por sí solos no pueden modificar los procesos que condicionan su  quehacer. La participación genera compromiso y satisfacción personal. Por otra parte, se parte de la convicción de que una organización que se conduce de esta manera genera una mayor calidad de vida en el trabajo, que es uno de los objetivos primordiales de la filosofía de la calidad.



En un proceso de mejoramiento de la calidad, el papel del director es fundamental. Además, y es importante decirlo, se exige de él una función muy diferente de la que usualmente desarrolla el director en las escuelas. La calidad requiere un nuevo tipo de liderazgo, basado en la experiencia y en la convicción personales, y no necesariamente en la escolaridad, edad o rango. Logra más con el ejemplo de su coherencia de vida, con los valores que proclama y con su consistencia que con la autoridad que procede de su nombramiento.
El director debe el mayormente comprometido con el propósito de mejorar la calidad. Esto significa que el director de una escuela debe sentirse responsable de la calidad educativa de esa escuela. Debe actuar como auténtico líder, capaz de motivar, facilitar, estimular el proceso de mejoramiento de la calidad. Desempeñar un papel de animador de sus colegas y de los padres de familia, es decir, es un animador de la comunidad escolar.
Debe comprometerse a involucrar a su personal en un proceso participativo, constante y permanente para hacer las cosas cada vez mejor. Un director así no puede limitar su función al papeleo administrativo y a las relaciones con el sistema educativo más amplio y con las autoridades de la comunidad. Tiene que conocer a fondo todos los procesos importantes que ocurren en la escuela y tiene que involucrarse de lleno en cada uno de ellos. A un director no se le puede cerrar ninguna puerta. Tiene que poder reunirse con los maestros, entrar al aula, conversar con los padres de familia, entender los problemas de los alumnos. Y, lo más importante, le corresponde a él la difícil tarea de ser el motor principal de un proceso mediante el cual la escuela logre niveles de resultados cada vez mejores y cada vez más acordes con las necesidades de los beneficiarios. Este proceso requiere constancia. Del director depende esta constancia.


La filosofía de la calidad sostiene, la clave consiste en que los directores entiendan que ellos son el problema. No porque ellos no actúen y se desempeñen como se espera de ellos que lo hagan, sino porque no asumen las funciones.